ENCUENTRO (Violeta Güiraldes)
El ascensor de su oficina, siempre le había parecido un símbolo del encierro. Por eso lo evitaba. Sus botones con instrucciones en alemán, eran un misterio para ella. ¿Cuál abriría la puerta en una emergencia? Éstas y muchas otras preguntas acudían a su mente, en cuanto ponía el pie derecho para ingresar a lo que consideraba una pequeña cárcel construida por el hombre para su autodestrucción. Además, al usarlo, ella dejaba de hacer un buen ejercicio para conservar su agilidad: cinco pisos de escaleras. Por eso, prefería subir a pie. Sin embargo, hoy pensaba que le costaría hacerlo. Se había puesto sus zapatos rojos de taco alto y una falda muy ajustada de cuero. Además, estaba atrasada y era un día especial. Por eso, sólo por eso, apretaría el botón para someterse a los caprichos de la jaula móvil. Se encontraría con él en la oficina, después de tantos años. Quería correr a buscarlo, aunque no podía demostrarlo. Sería muy mal visto a sus años, con hijos y nietos. ¿Cuánto que